Vacío y triste te dejas llevar. Caes en el abismo pero abres los brazos, cofiando tu vida a la utopía del milagro. El pensamiento transcurre veloz, abstracto... y no sabes si forma parte de tu mente, ese extraño lugar que nadie sabe donde se encuentra, o de tu cuerpo en sí. Quizá mi pensamiento está fuera de mi, es ahí donde lo construyo, o el me construye a mi formando todo cuanto soy. Es como llorar y no encontrar razón, y no ver la salvación, y no saber por qué... siempre lo dije: El pensamiento es la barrera.
Lee un libro que te guste mucho, de dragones y mazmorras o de largos noviazgos de sólo un verano en un columpio sobre un árboL. Termina ese libro y disfruta esa soledad, ese momento mirando el techo. La última página de una vida, como si todo hubiese acabado al deslizarla. Como si todo comenzara de nuevo a partir de ese momento; dulce dualidad.
Ese vacío existencial tan difícil de explicar, la palabra es la barrera. Te inunda alegría y llanto, pesar y emoción, bienestar y desolación. Multiplica esa sensación llevándola al extremo. Yo lo llamo: amor